jueves, junio 08, 2006

Aventuras de un viernes por la noche III

Por fin trajeron el carro, hubo que trepar a la chavita, que ahora tenía 18 años, al asiento delantero mientras Pepe, Ana y yo nos instalábamos en la parte trasera del carro.
Aquí comienza el resto de la odisea nocturna ya que no es fácil sacarle la dirección a alguien que ya no sabe ni como se llama. Por suerte íbamos con Chamu que tiene algo de experiencia en el manejo de estas situaciones y de manera sutil, paciente y tranquila logró irle sacando la información a la individua.
No conozco la ciudad pero el caso es que la chavita vivía cerca de donde estábamos asi que llegamos a la zona donde hubo que dar vueltas y vueltas por las calles mientras adivinábamos si las señas que nos daba eran vuelta a la derecha, a la izquierda o de frente. Para complicar esto un poco mas, hay que tomar en cuenta que a las 4 de la mañana no hay muchos transeúntes a los que les puedas pedir indicaciones.
Por fin, después de vuelta y vuelta e historias de que solo queríamos saber donde vivía para saber dónde dejarla después de ir a bailar al Knight´s dimos con su edificio. Aquí comenzó el show de que no se quería bajar hasta que le inventamos que necesitábamos pasar a su baño. Para enredar las cosas resulta que en el estacionamiento de la unidad había un baño al que ella insistía que debíamos de pasar. Ya no supimos que mas inventar aparte de que estaba sucio, la puerta no cerraba bien, el foco no alumbraba mucho, sepa que infección podíamos agarrar, etc con tal de que subiéramos a su depa para poderla dejar porque a solas la chavita se iba a matar en las escaleras.
Hicimos tanto alboroto que la amiga de la hermana de esta niña de 16 años bajó por ella, nos medio agradeció que la hubiéramos traído, y como pudo se la llevó por las escaleras con la promesa de que los papás no estaban en su casa. Ya no nos quedamos para ver el desenlace, solo queríamos irnos y no involucrarnos mas en ese rollo.
Para salir de la colonia a alguna avenida conocida tuvimos que peregrinar unos 10 minutos dando vueltas por todos lados. Por suerte nos encontramos con un “chavo” cincuentón que nos dio las indicaciones para salir de allá. Fue tanto el show que Chamu, Pepe y yo nos moríamos por unos taquitos del famoso chupacabras así que fuimos al puesto de los tacos mas solicitado del DF (porque la cantidad de personas que había era impresionante para la hora que era), nos echamos unos tacos que Ana no quiso porque le caen pesados a esa hora y de allí ya nos fueron a botar a casa de Ana.
Fue una noche loca, divertida y muy muy simpática que creo que todos disfrutamos. No se si volvamos a salir los 4 como para repetir algo parecido pero creo que ya tenemos una experiencia más que contarle a nuestros nietos.

1 Comments:

Blogger Tao-Te said...

La verdad no hay duda de quien eres

10:48 p.m.  

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